Perseguido en la Policía por denunciar a un oficial corrupto, que estaba en la nómina de la mafia

Es la historia de un oficial al que le han truncado su ascenso. Le dicen que está ‘pintado’. Le niegan tener vehículo y protección. Entre los mandos que le han hecho la vida imposible en la Policía están los hermanos Palomino y el general Vásquez Prada. Este caso ya está en manos de la ONU y de la CIDH.

Unidad de Justicia

Domingo, 22 de agosto del 2021

Los oficiales o suboficiales de la Policía que denuncian casos de corrupción o que informan cuando son testigos de alguna irregularidad –sobre todo si en la denuncia involucra a altos mandos–, caen en una despiadada persecución al interior de la Policía. La historia se repite una y otra vez.

Esto bajo soterrados lemas que corren de boca en boca: “Que primero está la institución”. “Que el que denuncia es porque no quiere a su Policía”, por eso se ha caído en vergonzosos errores y escándalos, por intentar tapar las graves faltas de los altos oficiales.

Se conocen de varios casos, pero en esta ocasión nos vamos a centrar en uno en particular, porque lo que está ocurriendo en la Policía con un joven oficial ya sobrepasa los límites de lo increíble: que Generales, Coroneles y hasta Mayores, se estén prestando en acabar con la tranquilidad, honra y aun con la seguridad e integridad de un buen policía, del que su único error fue haber sido honesto, al contar a uno de sus superiores que su jefe inmediato, comandante de la Sijín, era un corrupto aliado de las mafias.

Desde ese acto heróico fue declarado ‘un pintado’ en su institución, es decir de aquellos que no están de acuerdo con los actos corruptos y se atreven a informarlos. En este momento lo tienen vigilando un parque de cuidado en Cúcuta lleno de consumidores de drogas, en un puesto fijo, es de las misiones que solo le encomien a patrulleros e intendentes. El comandante del CAI de la zona es un subteniente.

Entre los altos mandos los que han hecho la tarea de fastidiarlo, humillarlo y aún de situarlo en lugares de alto riesgo sin protección, porque se lo “encargaron”, está el brigadier general Manuel Antonio Vásquez Prada, el coronel José Luis Palomino y hoy está bajó las órdenes del brigadier general Óscar Antonio Moreno Miranda, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, Norte de Santander.

El general Rodolfo Palomino conoció el caso, se lo pasó a la Inspección General, pero lo que sobrevino fue la orden de trasladarlo al Putumayo, pero terminó en la población del Banco, Magdalena, cumpliendo funciones de un suboficial.

El brigadier general, Vásquez Prada, fue su comandante en Bucaramanga, en donde lo ubicó en una oficina de archivo, para revisar documentos, y hasta le lanzó una extraña sentencia: “No llegarás a mayor”.

Después cayó en manos de otro de los cuestionados hermanos Palomino, el coronel José Luis, quien intentó hacerle montajes con falsos testimonios de patrulleros que se negaron a participar en su cometido y hasta lo mandó a vigilar una parte de la frontera con Venezuela sin los más mínimos protocolos de seguridad. Se movilizaba en una panel, sin blindaje, por orden de Palomino, en la que el escolta no tenía ninguna posibilidad de reacción porque permanecía encerrado en la jaula del vehículo.

Este vehículo en estado de descomposición fue el que se le asignó al teniente Anteliz siendo comandante de Cúcuta el coronel José Luis Palomino para que se transportase con su escolta. Palomino fue denunciando ante la CIDH.

Su actual comandante, el general Moreno Miranda, lo dejó en manos de un mayor, quien le ordena permanecer en un parque del Centro de Cúcuta, lo dejan sin vehículo para que en las tardes regrese a casa por sus propios medios, en vehículos de servicio público,  siendo que la CIDH ordenó que le garantizaran su seguridad, debido a las amenazas que profirieron en su contra las mafias del narcotráfico que este policía denunció.

Esta historia, está detallada en documentos de la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas y de un reciente  pronunciamiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), todos en poder de EL HOME NOTICIAS.

¿Por qué ‘pintaron’ al joven oficial?

La víctima de esta lamentable historia es el capitán Wilmer Orlando Anteliz González, quien ingresó a la Escuela de Cadetes General Santander el 22 de enero de 2006. Actualmente se encuentra adscrito a la Policía Metropolitana de Cúcuta, Norte de Santander. Sus compañeros de curso ya son mayores de la Policía, a este joven oficial apenas lo ascendieron a Capitán el pasado mes de junio.

Su viacrucis empezó el 5 de diciembre del 2013, siendo subjefe de la Sijín en el departamento del Tolima,  desde cuando le informó a uno de sus superiores, el entonces teniente coronel Ricardo Suárez Laguna, de los resultados de las labores de investigación obtenidos, que daban cuenta de duros golpes a la banda delincuencial ‘Los Penagos’. Suárez Laguna respaldó la investigación y motivó a Anteliz para que siguiera adelante. Suárez demostró allí su talante de buen policía.

Además, Anteliz alertó a su superior de las intenciones de esa organización criminal de lograr la libertad a su máximo jefe, Élver Penagos Yaima, alias Grillo, capturado en junio de ese año 2013, que estarían sobornando con millonarias sumas de dinero a altos funcionarios judiciales.  Penagos Yaima era acusado en ese entonces de fabricación, comercialización de armas de fuego de uso privativo de la Fuerza Pública.

Pero más adelante contra Penagos se desenmascararon otras acciones criminales en conexión con la mafia de México y Centroamérica.

Esta banda Los Penagos llevaba años sembrando el terror en El Espinal y municipios vecinos. En ese momento el teniente Anteliz González advirtió que Penagos Yaima  había ofrecido desde la cárcel la suma de 7 millones de pesos por el asesinato de cada uno de los policías investigadores de su caso y más por él, que era quien había liderado las indagaciones.

Es así como el 20 de enero del 2014, en sobre cerrado, informó al comandante de Departamento de Policía Tolima, coronel Élber Velasco Garavito, de la captura de otro miembro de la banda ‘Los Penagos’, de Jairo Cortez Martínez, alias Careancha, a quien le descubrieron un importante alijo de estupefacientes.

Este delincuente desde su celda encendió el ventilador, tal vez buscando favores de la justicia, confesó que varios miembros de la Policía hacían parte de su organización narcotraficante y dio a conocer sus nombres, además, reveló que supuestos comerciantes y poderosos empresarios del arroz en la región también hacían parte de ‘Los Penagos’ del Espinal.

En abril de ese mismo año el teniente Anteliz hace otro informe confidencial dirigido al coronel Velasco Garavito, que tras la fachada de supuestos comerciantes y empresarios de la región se escondían poderosos narcotraficantes. Además, que existía una alianza criminal de ‘los Penagos’ con una banda criminal liderada por alias J.J., que delinquía desde el municipio de El Guamo.

A partir de entonces empezaron extraños reclamos, entre estos los que provenían de su jefe inmediato, el mayor José Rolando Lancheros Silva, exjefe de la Sijín del Tolima, uno de los señalados por miembros de la temida organización criminal de ser benefactor de la delincuencia.

Lancheros Silva mostró su disgusto de que la investigación haya ido a parar a manos del coronel Suárez Laguna, el alto oficial que ordenó que ésta llegara a la justicia Penal Militar.

En los mismos señalamiento también fue vinculado un capitán de nombre Andrés Ricardo Vaca Camacho, el segundo de la Sijín en ese entonces; la intendente Martha Ramírez Téllez y los patrullero Milton Soto Ávila y Enrique de la Cuesta, a quienes la Fiscalía acusó de colaboración a los narcotraficantes, hasta de ocultar la droga y avisarles antes de cualquier operativo de las autoridades.

El mayor Lancheros Silva es hermano de la señora coronel Alba Patricia Lancheros Silva, quien recibió el nombramiento del expresidente Juan Manuel Santos para ocupar el cargo como jefe de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz, después pasó a ser jefe de Prevención y Educación Ciudadana de la Policía Metropolitana de Bogotá.

Es importante precisar que el entonces teniente Anteliz González fue sometido a una persecución en el Tolima, de misteriosos vehículos que le seguían sus pasos.

También, se lee en el expediente en poder de la Fiscalía, que el mayor Lancheros Silva hasta le interpuso una anotación negativa porque supuestamente había adelantado la investigación con falsas pruebas y de haber cometido errores en la captura de alias Grillo.

Pero todo esto quedó desvirtuado, porque se aclaró que el operativo de aprehensión estuvo a cargo de agentes de la Policía de vigilancia y no de personal de la Sijín.

Pero las investigaciones dejaron al descubierto, por labores de inteligencia, la verdadera identidad de alias J.J, el máximo jefe de la organización narcotraficante, que era un expolicía de la Sijín, Jhon Jairo Ospina Guzmán, que para entonces fungía como empresario arrocero en el departamento.

Llamó la atención en la investigación de la Fiscalía que este personaje oscuro le interpuso una denuncia penal al joven teniente Anteliz de supuestamente haberlo amenazado, intentando cambiar el curso de la investigación.

La Fiscalía desmanteló la banda, después de que se desató una ola de asesinatos  en el departamento, porque los de la mafia buscaron desaparecer a los supuestos responsables de la información que obtuvo el teniente Anteliz.

Los policías involucrados en este vergonzoso episodio terminaron siendo judicializados, y sus nombres ocuparon las primeras páginas de los periódicos en el departamento del Tolima, incluido el del mayor José Rolando Lancheros Silva.

No es el único caso, hay otros

La historia cuenta que las persecuciones de los oficiales que denuncian o se muestran en desacuerdo de altos mandos corruptos terminan por fuera de la institución o relegados a la difícil situación de ‘los perseguidos’.

Está el caso del mayor William Orlando Moreno Bernal, quien fue sacado de la Institución por haber denunciado el ‘Carrusel de los contratos en la Policía’, de los ‘torcidos’ contratos en el Fondo Rotatorio (FORPO), entre estos el de las fallidas casas en San Luis Tolima, por el que terminó empapelado en la Procuraduría el exdirector de la Policía, general Óscar Atehortúa y en cuya investigación se menciona a la general (r) Luz Marina Bustos.

Un juzgado, ordenó el reintegro del oficial, sin embargo la Secretaría General apeló la decisión y en segunda instancia el Tribunal Superior de Cundinamarca acaba de ordenar el reintegro del oficial Moreno Bernal.

De los más horripilantes casos de persecución, está el del coronel (r) Pedro María León Valenzuela, quien fue acosado, humillado, irrespetado y hasta intentaron declararlo como enfermo psiquiátrico, por haber descubierto y denunciando que el general Jorge Daniel Castro, después director de la Policía, tendría alianzas con la mafia.

Lo acusó de haber sido parte de la red que  envió 409 kilos de cocaína a México, hecho que aún está en investigación, que no ha avanzado en la Fiscalía. En su reemplazo, como director,  asumió el cuestionado general Óscar Naranjo, que según ha revelado el coronel León, en diferentes notas periodísticas, fue el que emprendió la persecución que terminó con sacarlo de la Policía por la puerta de atrás.

Redacción Unidad de Justicia

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