La polémica que asciende: 

Los oscuros antecedentes que rodean a la general Sandra Pinzón, la candidata de Petro para dirigir la Policía

Pese a los graves cuestionamientos que arrastra —desde el bochornoso episodio en su ascenso, hasta decisiones ligadas a la fuga de Aida Merlano y denuncias internas por corrupción en la Sanidad Policial— la general Sandra Patricia Pinzón Camargo se perfila como la favorita del Gobierno para dirigir la institución. La pregunta que estremece a la cúpula es inevitable: ¿Cómo llegó a ser la primera opción?

Redacción Investigativa

Sábado, 18 de octubre de 2025

El anuncio del presidente Gustavo Petro sobre la inminente salida del general Carlos Fernando Triana de la Dirección de la Policía Nacional abrió una carrera silenciosa por el control del máximo cargo uniformado del país. Pero la sorpresa —y la indignación dentro y fuera de la institución— llegó cuando el nombre de la general Sandra Patricia Pinzón Camargo apareció como la carta más fuerte del Gobierno para ocupar el mando de más de 140 mil hombres y mujeres en armas.

No es un nombre neutro. Ni un perfil pacífico. Pinzón carga sobre sus hombros un historial que cualquier comité serio de ética e idoneidad habría revisado con lupa antes de pensar en un ascenso, y menos en una dirección nacional. Sin embargo, en Colombia, mientras más grandes los escándalos, más alto suele ser el rango del funcionario. Y esta historia parece no ser la excepción.

El ascenso que se produjo entre sombras políticas

El episodio es conocido en los pasillos de la Policía: el 3 de diciembre de 2022, el entonces director de la institución, general Jorge Luis Vargas, anunció la lista oficial de los ocho generales seleccionados para el curso de ascenso. El nombre de Pinzón no estaba allí. Horas más tarde, apareció mágicamente en una nueva lista. Se “estiró” el número de escogidos —por orden de la Casa de Nariño—, violando el procedimiento interno y desatando una tormenta de indignación.

El decreto 1791 del año 2000 era explícito: un oficial proveniente del cuerpo administrativo no podía superar el rango de coronel. Pero la regla —como tantas veces en Colombia— se dobló al calor del poder político.

Para completar el cuadro, solo había recibido un voto en la Junta de Generales. Uno. Aun así, ascendió por encima de quienes tenían mayor respaldo, mayor trayectoria operativa y mayores méritos.

Desde entonces nació una pregunta que hoy vuelve con más fuerza: ¿quién y por qué decidió impulsar su meteórico ascenso?

Una fuga con un documento que contiene su firma:

Otro capítulo que estremece su hoja de vida: la fuga de la exsenadora Aida Merlano, el 1 de octubre de 2019. En la Procuraduría reposa una denuncia que señala que fue la propia general Pinzón quien autorizó la salida de Merlano de la cárcel El Buen Pastor para una supuesta cita odontológica. Fue el permiso que abrió la puerta a la cinematográfica huida.

Nunca hubo explicación sólida. Nunca hubo sanción. En cambio, hubo ascensos y nuevos cargos.

En cualquier democracia seria, ese antecedente sería suficiente para cerrar una carrera. En Colombia, ocurre lo contrario.

El capítulo más turbio: Sanidad de la Policía

Como directora de Sanidad, Pinzón recibió denuncias internas sobre pérdida masiva de medicamentos, uso indebido de salas de cirugía, contratación de falsos médicos y red de corrupción en la Costa. La primera oficial que le puso las alertas fue la teniente coronel Danis Mercado Ruiz.

En lugar de investigar y frenar la podredumbre, la general habría decidido silenciar a quien denunció. La oficial fue suspendida seis meses, sin sueldo, siendo madre cabeza de familia. Su “pecado”: informar al entonces director de la institución, general William René Salamanca, después de que Pinzón ignorara los reportes.

Mercado documentó:

• Robo de medicamentos

• Camilleros y enfermeros sin seguridad social

• Trasteo irregular de equipos médicos

• Médicos falsos en nómina

Entre ellos, el caso de María Zapata Gómez, contratada como doctora sin tener título profesional. Los hechos eran de extrema gravedad. Pero Pinzón decidió mirar a otro lado.

Otros señalamientos:

A esto se suma otra investigación vinculada al mal uso de elementos en la DIAN destinados a la Policía, en la que también aparece su nombre.

Demasiado ruido para quien hoy pretende comandar la institución llamada a combatir el delito, la corrupción y la criminalidad organizada.

¿Cómo se explica su poder?

Fuentes dentro de la institución señalan que su ascenso no se explica por méritos, ni por liderazgo operativo, ni por resultados en terreno, sino por un respaldo político extragubernamental que ha acompañado su carrera. Un padrinazgo silencioso, pero eficaz.

Si la general Sandra Pinzón llega a la Dirección de la Policía, el mensaje al país será devastador:

que denunciar se castiga, que callar se premia, que los escándalos no inhabilitan, y que la institución más armada del Estado puede ser dirigida por quien arrastra más cuestionamientos que resultados.

La Policía, golpeada, fracturada y con crisis de legitimidad, merece transparencia, rigor y ejemplaridad. No más silencios cómplices. No más ascensos envueltos en sombras.

El país necesita respuestas antes del nombramiento, no después del escándalo.

Redacción Investigativa

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