Wilmar Mejía: el ascenso vertiginoso del profesor que llegó al corazón de la inteligencia de Petro

De las aulas de la Universidad de Antioquia a la cúspide de la Inteligencia Estratégica del Estado en menos de un año. El meteórico ascenso de Wilmar Mejía, hoy suspendido y señalado por presuntos nexos irregulares con disidencias, revela las tensiones, vacíos y contradicciones que atraviesan la recolección y análisis de información en el gobierno Petro.

Redacción Investigativa

Sábado, 29 de noviembre de 2025

Hasta hace poco, Wilmar Mejía era un nombre desconocido fuera de ciertos círculos políticos en Antioquia. Licenciado en Educación Física de la Universidad de Antioquia, su primera exposición pública se remonta a 2003 y 2004, cuando fue representante estudiantil ante el Consejo Superior Universitario (CSU). Su paso por esta instancia —recordado por sectores estudiantiles como el episodio que “sepultó” por casi dos décadas la representación estudiantil— lo dejó marcado por acusaciones de haber “entregado” el movimiento, las cuales él niega rotundamente. Según relata, esa visibilidad le valió amenazas de paramilitares, el ELN y las Farc.

Tras ese periodo, asegura haber visto por primera vez a Gustavo Petro durante una marcha en Cartagena en 2002, aunque no mantuvieron contacto. Las amenazas lo llevaron a radicarse dos años en Sevilla, España, donde intentó sin éxito realizar un doctorado en la Universidad Pablo de Olavide, un episodio que hoy define como una de sus “grandes tristezas”.

La política como plataforma

De regreso a Colombia, Mejía se movió entre trabajos variados —incluyendo la jefatura de talento humano en una empresa de seguridad— y militancias políticas en Antioquia. En 2015 fue gerente de campaña del diputado liberal Hernán Darío Torres. Luego, en 2018 aspiró a la Cámara de Representantes por el Partido Liberal, pero obtuvo apenas 1.471 votos. Aunque niega vínculos con el cuestionado grupo político de Julián Bedoya, sí reconoce haber hecho trabajos en el liberalismo, aunque sin revelar nombres para “no involucrar” a terceros en su actual situación.

Pese a su candidatura liberal, también apoyó la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2018. Una foto de la época lo muestra junto al entonces candidato y su hijo Nicolás Petro, aunque asegura que nunca entabló una relación cercana con él.

¿Cómo saltó a la inteligencia del Estado?

La pregunta que hoy resuena en el país es cómo un académico sin experiencia comprobada en inteligencia terminó, en menos de un año, al frente de la Dirección de Inteligencia Estratégica de la DNI, uno de los cargos más sensibles del Estado. Mejía afirma que su cercanía con Petro se consolidó con el tiempo, pero sus explicaciones presentan vacíos que no logran disipar las dudas.

El presidente, sin embargo, lo ha defendido públicamente y ha “metido las manos al fuego” por él, gesto que lo ubica como uno de los funcionarios en los que Petro deposita mayor confianza.

El escándalo que lo puso en el centro de la tormenta

El nombre de Mejía estalló en la opinión pública tras la revelación de Noticias Caracol de documentos, cartas, chats y fotos hallados en dispositivos de alias Calarcá, jefe de una disidencia de las Farc. Según el informe, Mejía habría depurado oficiales de inteligencia de Policía y Ejército, habría facilitado reuniones entre actores armados y miembros de la fuerza pública, y hasta habría participado en la idea de montar una empresa fachada junto al general Juan Miguel Huertas. En ese ambiente clandestino lo apodaban El Chulo.

Mejía niega todo. Asegura que las filtraciones carecen de validez jurídica y compara el caso con la controversia que rodeó los computadores de alias Raúl Reyes, insistiendo en el riesgo de manipulación de la información.

El ascenso de Wilmar Mejía, hoy suspendido por la Procuraduría, ha puesto bajo la lupa la situación interna de la Dirección Nacional de Inteligencia en el gobierno Petro: denuncias de politización, falta de rigor profesional y participación de directivos cuestionados por corrupción. Su caso, más que una historia individual, se ha convertido en símbolo de las tensiones entre política, seguridad y confianza presidencial.

Redacción Investigativa

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